Economía del Conocimiento y su Impacto en las Estructuras Laborales/ Teresa Da Cunha Lopes, Victor Acevedo Valerio y Miguel Medina Romero


TÍTULO:ECONOMÍA DEL CONOCIMIENTO Y SU IMPACTO EN LAS ESTRUCTURAS LABORALES

AUTORES:

Teresa DA CUNHA LOPES; Víctor ACEVEDO VALERIO; Miguel MEDINA ROMERO

Sumario:

I. Introducción; II. Economía del Conocimiento; III. Nuevas relaciones laborales y redefinición de los modelos organizacionales, integración social y seguridad social en la Sociedad de la Información; III. Reflexión final; IV. Bibliografía.

Palabras-Clave:

Sociedad de la Información y del Conocimiento; Economía del Conocimiento; Organizaciones; Derecho Laboral; derechos Fundamentales; Estructuras LaboralesIntroducción

I.- Introducción

La evolución histórica de la estructura de empleo, en base a la estructura social, ha sido dominada por la tendencia secular hacia el aumento de la productividad del trabajo humano. Cuando las innovaciones tecnológicas y organizativas han permitido a hombres y mujeres obtener más y mejores productos con menor esfuerzo y recursos, el trabajo y los trabajadores han pasado de la producción directa a la indirecta, del cultivo, la extracción y la fabricación a los servicios de consumo y el trabajo de gestión, y de una estrecha gama de actividades económicas a un universo ocupacional cada vez más diverso. Habitualmente la interpretación de este proceso de transición histórica como un cambio de la agricultura a la industria, y luego a los servicios, ha funcionado como marco explicativo para las transformaciones actuales de nuestras sociedades.

Sin embargo, presenta tres fallos fundamentales:

1) Da por sentado que existe una homogeneidad entre la transición de la agricultura a la industria y de ésta a los servicios, pasando por alto la ambigüedad y la diversidad interna de las actividades incluidas en la etiqueta «servicios».

2) No presta atención suficiente a la verdadera naturaleza revolucionaria de las nuevas tecnologías de la información que, al permitir un enlace directo y en línea entre diferentes tipos de actividades en el mismo proceso de producción, gestión y distribución, establece una estrecha conexión estructural entre las esferas de trabajo y empleo separadas de forma artificial por categorías estadísticas obsoletas.

3) Olvida la diversidad cultural, histórica e institucional de las sociedades avanzadas, así como el hecho de que son interdependientes en una economía global. Así pues, el cambio al paradigma sociotécnico de la producción informacional tiene lugar a lo largo de líneas diferentes, determinadas por la trayectoria de cada sociedad y por la interacción sus diversas trayectorias.

Así, el análisis de la evolución del empleo en los países del G-71, por ejemplo, arroja una serie de tendencias y algunos rasgos comunes fundamentales que parecen ser característicos de las sociedades de la información y del conocimiento:

desaparición progresiva del empleo agrícola;

descenso constante del empleo industrial tradicional;

ascenso tanto de los servicios de producción como de los sociales, sobre todo de los servicios a las empresas en la primera categoría y los de salud en la segunda

creciente diversificación de las actividades de servicios como fuentes de puestos de trabajo;

rápido ascenso de los puestos ejecutivos, profesionales y técnicos;

formación de un proletariado de «cuello blanco», compuesto por oficinistas y vendedores;

estabilidad relativa de una cuota de empleo considerable en el comercio minorista;

incremento simultáneo de los niveles más elevados y bajos de la estructura ocupacional

mejora relativa de la estructura ocupacional a lo largo del tiempo, ya que el crecimiento de la cuota asignada a las ocupaciones que requieren mayor preparación y educación superior es en proporción más elevado que el observado en las categorías del nivel inferior.

De este último punto inferimos que el impacto de una estructura de empleo algo superior en la estructura social dependerá, entonces, de la capacidad de las instituciones para incorporar la demanda laboral a la mano de obra y para recompensar a los trabajadores de forma proporcional a sus conocimientos. Por otra parte, continuando con el análisis de la evolución diferencial de los países del G-7, este, muestra claramente cierta variación en sus estructuras de empleo y ocupacional. Como consecuencia podemos proponer la hipótesis de la existencia de dos modelos estructurales diferentes:

1) El «modelo de la economía de servicios», representado por los Estados Unidos, el Reino Unido y Canadá. Se caracteriza por una rápida caída del empleo industrial desde 1970, cuando el ritmo hacia el informacionalismo se aceleró. Después de haber eliminado casi por completo los puestos de trabajo agrícola, este modelo presenta una estructura de empleo totalmente nueva donde la diferenciación entre varias actividades de servicios se convierte en el elemento clave para analizar la estructura social. Este modelo prioriza los servicios de gestión del capital sobre los de producción y sigue manteniendo el sector de servicios sociales debido al espectacular ascenso de los puestos de trabajo en la atención a la salud y, en menor medida, en educación. También se caracteriza por la expansión de la categoría de dirección, que incluye un número considerable de ejecutivos medios.

2) El «modelo de producción industrial», claramente representado por Japón y en un grado considerable por Alemania que, aunque también reduce la cuota de su empleo industrial, continúa manteniéndolo en un nivel relativamente elevado (en torno a un cuarto de la mano de obra), en un movimiento mucho más gradual, que permite la reestructuración de las actividades industriales en el nuevo paradigma sociotécnico.

En efecto, este modelo reduce los puestos de trabajo industriales, mientras que refuerza esta actividad. En parte como reflejo de esta orientación, los servicios de producción son mucho más importantes que los financieros y parecen estar más directamente vinculados con las firmas manufactureras. Tal no significa que las actividades financieras no sean importantes en Japón y Alemania: después de todo, ocho de los diez mayores bancos del mundo son japoneses. No obstante, aunque los servicios financieros son importantes y han aumentado su cuota en ambos países, el grueso del crecimiento en servicios aparece en los dedicados a las empresas y los sociales. Sin embargo, Japón también resulta específico porque muestra un nivel considerablemente inferior de empleo en servicios sociales que otros países del grupo de análisis, principalmente cuando comparado, por ejemplo con Alemania o Francia. Es probable que esté ligado a su estructura familiar y a la incorporación de algunos servicios sociales a la estructura de las firmas: parece necesario un análisis cultural e institucional de las variaciones de las estructuras de empleo para explicar la diversidad de las sociedades informacionales.

3)Entre medias, Francia parece dirigirse hacia el modelo de economía de servicios, pero manteniendo una base industrial relativamente fuerte y dando énfasis tanto a los servicios de producción como a los sociales (lo que es reproducido por los modelos ibéricos, Portugal y España, aún y cuando no son miembros del G-7). La estrecha vinculación entre las economías francesa y alemana en la Unión Europea puede que esté creando una división del trabajo entre actividades de gestión y fabricación que en última instancia podría beneficiar al componente alemán de la economía europea emergente. Italia se caracteriza por conservar casi un cuarto del empleo en posición de autónomos, quizás introduciendo un tercer modelo que destacaría un dispositivo organizativo diferente, basado en redes de pequeñas y medianas empresas adaptadas a las condiciones cambiantes de la economía global, con lo que establecería los cimientos para una interesante transición del protoindustrialismo al protoinformacionalismo.

Las expresiones diferentes de estos modelos en cada uno de los países del G-7, dependen de su posición en la economía global. En otras palabras, centrarse en el «modelo de economía de servicios» significa para un país que el resto está ejerciendo su papel como economías de producción industrial. La asunción implícita de la teoría postindustrial de que los países avanzados serían economías de servicios y los menos avanzados se especializarían en la agricultura y la industria ha

sido rechazada por la experiencia histórica. A lo largo de todo el mundo, muchas economías son casi de subsistencia, mientras que las actividades agrícolas e industriales que prosperan fuera del núcleo informacional lo hacen en virtud de su estrecha conexión con la economía global, dominada por los países del G-7. Así pues, la estructura de empleo de los Estados Unidos y Japón refleja sus diferentes formas de articulación en la economía global y no sólo su grado de ascenso en la escala informacional. El hecho de que exista una proporción inferior de puestos de trabajo en la industria o una proporción más elevada de ejecutivos en los Estados Unidos se debe en parte a que:

1.- la mayoría de sus firmas sacan fuera la producción y algunos de los servicios (outsourcing) ;

2.-existe una concentración de las actividades de gestión y procesamiento de la información a expensas de las actividades de producción generadas en otros países por el consumo estadounidense de sus productos.

Además, los diferentes modos de articulación en la economía global no sólo se deben a los distintos entornos institucionales y trayectorias económicas, sino a las diversas políticas gubernamentales y estrategias empresariales.

Por otro lado, a medida que las economías evolucionen hacia su integración e interpenetración, la estructura de empleo resultante reflejará en buena parte la posición de cada país y región en la estructura de producción, distribución y gestión interdependiente y global. Por lo tanto, la separación artificial de las estructuras sociales mediante las fronteras institucionales de las naciones diferentes (Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Italia etc.) limita el interés de analizar la estructura ocupacional de la sociedad informacional de un país determinado de forma aislada.

O sea, si los fabricantes japoneses producen muchos de los coches consumidos por el mercado estadounidense, o por el mercado mexicano y muchos de los chips consumidos en Europa, no sólo estamos siendo testigos de la desaparición de la fabricación estadounidense o mexicana, sino del impacto sobre la estructura de empleo de cada país de la división del trabajo entre diferentes tipos de sociedades informacionales.

Las implicaciones de esta observación son de largo alcance: la unidad de análisis para comprender la nueva sociedad tendrá necesariamente que cambiar. El epicentro debe pasar a un paradigma comparativo, capaz de explicar al mismo tiempo la tecnología compartida, la interdependencia de la economía y las variaciones de la historia en la determinación de una estructura de empleo que se extiende a través de las fronteras nacionales.

II. Economía del Conocimiento (EC)

Los cambios tecnológicos distintivos de la economía del conocimiento, no sólo inciden en las formas de producir los bienes de consumo masivo y en la redefinición de los modelos organizacionales empresariales para la competitividad en el mercado; también transforman el comportamiento de los individuos, de sus relaciones de trabajo, del papel del Estado como regulador y del mundo laboral en su conjunto. La información y el conocimiento son medios de producción y al desplazar progresivamente al trabajo manual se han creado una nueva clusterización de servicios e industrias .Tal hecho en sí mismo no es negativo, sólo que introduce algunos problemas que se agudizan en América Latina por falta de verdaderos contextos de «Estado de Derecho». Los contextos latinoamericanos se caracterizan por:

1.-un desfase entre la globalización de los fenómenos económicos, ecológicos y políticos

2.-por la ausencia de reguladores

3.-por problemas de gobernabilidad que se agudizan en los contextos de trabajo en red, así como en las incipientes estructuras de E-gobierno.2

El proceso de cambio histórico se ha generalizado de forma descriptiva bajo el término de “Globalización”, en su modalidad especifica : la “Sociedad de la Información y del Conocimiento”. Las condiciones en que se ha desarrollado la misma suelen ser descritas bajo el término “la nueva economía”,3 la cual desde mediados de los años setentas y particularmente a finales de los ochentas, ha evolucionado de forma desigual (CAVAS: 2004:36) y contradictoria (SEMPERE et al: 2005). Sin embargo, la “nueva economía”, a pesar de sus diversos avatares, puede ser caracterizada por tres grandes rasgos interrelacionados (CASTELLS: 2000):

1. Es una economía que está centrada en el conocimiento y en la información como bases de cada una de sus cadenas: la producción, la productividad y la competitividad. Sus grandes consecuencias, radican en cómo se genera productividad, es decir, riqueza, en cuanto base material para lo que luego podamos hacer. Por ejemplo, reforzar el “Estado de bienestar” y ampliar la protección social en lugar de desmantelarlo. Esto es un problema difícil de resolver en una época de crecientes problemas sociales y que al momento de haber más abundancia, no se ha resuelto. En consecuencia, generar fuentes de productividad es un tema esencial en el cual la nueva economía está permitiendo prever la posibilidad de un salto histórico-cualitativo en la relación entre forma de actividad económica y generación de riqueza. El paradigma de la “nueva economía” coloca en su centro la idea de que la revolución tecnológico-informacional, a partir de un determinado momento y a partir de una cierta transformación organizativa de empresas y cultural de sociedades, ha proporcionado el dividendo de productividad.4.

2. En segundo término, es una economía global. No tanto física y materialmente sino que las actividades económicas dominantes están articuladas globalmente y funcionan cómo una unidad en tiempo real. Fundamentalmente, se estructuran entorno a dos sistemas de globalización económica: la globalización de los mercados financieros interconectados por medios electrónicos y por otro lado, la organización a nivel planetario de la producción y gestión de bienes y servicios. La internacionalización del comercio es una función de la internacionalización de la producción; esto es, más que exportar, lo que se hace es producir internacionalmente. A través de estos circuitos se genera la articulación económica planetaria. Por eso, el proteccionismo tiene cada vez menos sentido, porque ya están las empresas funcionando de forma transnacional y en sistemas cómo la Unión Europea.

3. La tercera característica es que se trata de una economía que funciona en redes. En forma descentralizada dentro de la empresa, entre empresas y entre las empresas y sus redes de pequeñas y medias empresas subsidiarias. Es esta economía en red la que permite una extraordinaria flexibilidad y adaptabilidad. De modo que no es sólo una economía del conocimiento (EC), es una economía compleja, donde destacan: a) su base tecnológica: las tecnologías de información y comunicación (TIC); y b) su apoyo sobre Internet como una forma de organización de la actividad en red.5 Las empresas funcionan con y a través de Internet. Se organizan entorno a la red de relaciones, que esta electrónicamente conectada y basada en la información.

Este proceso se traduce en la aparición progresiva de nuevas formas de organización social y productiva que refiere a un modelo que ha producido profundos cambios en nuestro mundo a finales del siglo pasado (AVARO :2006), los cuales se han acelerados y acentuados en el comienzo de la presente centuria. Y por supuesto, ha tenido efectos básicos sobre la organización, condiciones, relaciones y protección jurídica laborales, (MAZZUCCONI :2006), en particular como medio de innovación y de creación.

En efecto, los cambios tecnológicos distintivos de la EC inciden en las formas de producir los bienes de consumo masivo y en la redefinición de los modelos organizacionales empresariales para la competitividad en el mercado; también transforma el comportamiento de los individuos, de sus relaciones de trabajo, del papel del Estado como regulador y del mundo laboral en su conjunto.

Así en la denominada Sociedad del Conocimiento y de la Información (S.C.I.) y en el contexto de la nueva Telepolis, las fronteras estatales son inexistentesy se ha debilitado la posición del ciudadano. Ciertamente, en la dinámica de integración internacional de los Estados, los centros de poder y efectiva toma de decisiones se alejan cada vez más del ciudadano, quien tiene una mayor dificultad para reclamar y hacer valer de modo efectivo sus derechos y libertades. Esta fragilidad se acentúa en el campo de los derechos laborales y de la integración social, dado que la jurisprudencia globalizada es escasa y, principalmente, porque los mecanismos coactivos de aplicación de las normas convenidas en los diversos tratados internacionales en la materia, son virtualmente ausentes.

En clave positiva destacamos que la internacionalización de los derechos y de sus mecanismos de protección ha evitado que la soberanía estatal sea utilizada como justificación para considerar a la protección de los derechos únicamente como un asunto interno de cada Estado (ej.: la solución de conflictos laborales por arbitraje establecida como mecanismo en el marco del TLCAN):

Nuevas relaciones laborales y redefinición de los modelos organizacionales, integración social y seguridad social en la Sociedad de la Información

En la anterior sección de este artículo, mencionamos que los cambios tecnológicos distintivos de la EC inciden en el mundo laboral en su conjunto. Podemos, entonces, sumariar sus aspectos principales en diversas grandes categorías.

3.1. Flexibilidad y Clusterización

El mercado para poder competir se torna flexible. Mediante la introducción de nuevas tecnologías, crea una tendencia a la clusterización que, a su vez, refuerza y propicia el desarrollo de nuevas destrezas y competencias laborales.6

Un rasgo constitutivo y distintivo de estos nuevos clusters es la flexibilidad (CASTELLS 1999: 88-99).7

Los nuevos clusters, más allá de su operatividad y funcionalidad en el desarrollo de los espacios de la “nueva economía”, crean los mecanismos necesarios para impulsar la competitividad de sectores en regiones (por su aporte en variables macroeconómicas) y aglomeran a las empresas a las cadenas productivas especializadas.8 Tal resulta importante para la definición de los contextos de desarrollo de la gestión de la EC, ya que esta “… no se limita a la revolución en las tecnologías de la información y la comunicación, ni al comercio electrónico o la posibilidad de trasmitir información a cualquier parte del globo en cuestión de segundos. La EC demanda nuevas competencias vinculadas con las necesidades de la sociedad, involucra la capacidad de aprendizaje de las instituciones nacionales, el sector productivo y académico, así como la generación de redes interinstitucionales para la solución de problemas y el uso intensivo del conocimiento en el espacio social.” (AVARO: 2006; OCDE: 2003: 101-224 Y 2007; SALAZAR: 2003; AIE :1998 Y 2004; BALIS Y SERFATY :2004).

De entre los elementos clave de los nuevos “clusters” destacan por supuesto, la presencia prioritaria de las “Nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación” (NTIC), con inéditos espacios transaccionales: e-commerce; m-commerce; e-gobierno, m-gobierno, etc., de información y de entretenimiento llevada a cabo en la exploración intensiva del denominado ciberespacio, así como el desarrollo de las comunicaciones “wireless” en banda ancha y la interactividad de las comunicaciones de banda ancha administradas por clusters de satélites. También están presentes las nuevas tecnologías de la vida, con la exploración del código genético (especialmente las aplicaciones genómicas y genéticas a la salud y a la agricultura) y el papel creciente de las ingenierías biomédicas como punto de convergencia de las principales innovaciones en tecnologías de la información, biotecnologías y nuevos materiales. Las tecnologías energéticas limpias o la “economía del hidrógeno y del sol” (fuel cells), la difusión de aprovechamiento solar y eólico; el desarrollo de tecnologías del carbón no poluentes y la eventual solución de las cuestiones de la explotación de la fusión nuclear controlada en la producción energética ( SALAZAR: 2003); RIFKIN :2002); Y SARTORI – MAZZOLENI:2003). Las tecnologías de los materiales, funcionales (base para el desarrollo de la fotónica, de la electrónica o de la energía solar), estructurados artificialmente (materiales compuestos y los reciclables) y de un enfoque integrado a la ingeniería del producto (concepción y diseño), orientados al incremento de las micro-ingenierías y de las nanotecnologías.

Finalmente sobresale la especial relevancia de los “knowledge spillovers”9 ( COSTA et alli:2004;DA CUNHA LOPES: 2006; SHAEFER :2004) en cuanto elementos clave para la implantación regional y clusterización de las empresas I&D, donde únicamente determinado tipo de conocimiento puede ser eficazmente transmitido a través de contactos interpersonales y de la movilidad interempresarial de los trabajadores, facilitado por la cercanía geográfica y cultural de centros de capacitación de punta (universidades, institutos y centros de investigación).

3.2. Teletrabajo

Otro elemento fundamental del cambio de las estructuras laborales en la S.I.C. y consecuencia directa de la introducción de las NTIC ,es el de la organización de las nuevas formas del teletrabajo y de los cambios organizativos que acompañan esta estructura. Justamente una de las cuestiones de suma controversia a inicios del presente milenio, es el tipo de relación contractual o vinculación que se tiene que establecer y sí los “trabajadores autónomos” se pueden considerar o no, como personas que trabajan10. La Unión Europea fue el primero que lo abordó en el Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo (AMT), donde reconoce la obligatoriedad de su cumplimiento en todos los países de la Unión Europea (incluidos Noruega e Islandia y a su ratificación a los países candidatos) se comprometieron a su aplicación en el contexto de la Estrategia Europea de Empleo, con el objetivo de mejorar la productividad y la competitividad de las empresas y lograr el equilibrio necesario entre flexibilidad y seguridad. En el AMT se define al teletrabajo, como una forma de organización y/o de realización del trabajo, que utiliza las (nuevas) tecnologías de la información en el marco de un contrato o de una relación de trabajo voluntaria para ambas partes, en la cual un trabajo que podría ser realizado igualmente en los locales de la empresa se efectúa fuera de ellos de forma regular.11 En este sentido se tiene por teletrabajador toda persona que efectúa dicha actividad de teletrabajo. Entre las requerimientos que debe contener el contrato correspondiente, es el de tener por escrito informaciones básicas como las condiciones de empleo, la protección de datos, el respeto a la vida privada, equipamientos, salud y seguridad, la organización del trabajo, la formación y los derechos colectivos. AMT (2002).12

3.3. Redefinición de los modelos organizacionales empresariales para la competitividad en el mercado.

Los cambios ocurridos en las relaciones laborales y su incidencia en los individuos que en ellas convive, ha transformado el comportamiento que han tenido las distintas formas de organización de los trabajadores dentro de las empresas. Ese cambio de paradigma tecno-productivo, y la transformación que atraviesan los modos de producción en el mundo y con ellos, aquellos relativos a los conocimientos, capacidades y habilidades necesarias para ingresar al mundo laboral, cada vez más segmentado y más exigente, ha proporcionado el estudio de las transformaciones tecnológicas y organizacionales en conjunto dentro de las empresas, así como también las modificaciones que entre ellas se realizan. (LINARES: 2006). La transformación de los trabajadores y sus organizaciones, también transforma el comportamiento de los individuos y de sus relaciones de trabajo.

El impacto de la mundialización sobre las organizaciones laborales en América Latina ha sido violento, los procesos de ajustes y reestructuración económica que tuvieron lugar, entre 1982-1995, impactaron en ellas y en sus actores sociales. Esto obedece al hecho, de que las nuevas reglas del mercado han obligado a rápidos procesos de cambios y reestructuración en la empresa (MURGAS TORRAZZA:2006). Tales procesos han significado en la casi totalidad de los casos, drásticas reducciones de personal, con la consiguiente debilitación «en muchos casos, aniquilación» de la organizaciones que hacían vida dentro de ella; ejemplo: sindicatos, confederaciones, entre otras. Al acentuarse las políticas globalizantes, se da la obsolescencia del modelo Taylor-fordista que daba prioridad al modelo de negociación colectiva sobre el modelo de negociación individualista, pero en los últimos años se abre paso el modelo de negociación individualista y el éxito de este nuevo modelo es el que abre camino al debilitamiento de la organización sindical. Evidentemente es muy difícil conservar la solidaridad obrera, cuando los trabajadores entran en competencia entre sí para conservar su empleo (DÍAZ :2000).

Es cierto que la reestructuración productiva en diversos sectores de la economía, ha dado paso al surgimiento de nuevas empresas «fundamentalmente en el área de los servicios», pero en su gran mayoría son de pequeñas dimensiones y es muy difícil que en ellas exista la presencia sindical. Por otra parte, los cambios de valores que se han producido en el seno de las distintas compañías nacionales, han sido insensibles en lo que respecta a la idea de solidaridad, pues privilegian lo individual frente a lo colectivo que es la base del sindicalismo, y hace que entre en crisis. Esos cambios son observables sobre todo, en el papel subordinado que juega la regulación laboral o en el peso que tienen algunos beneficios sociales tales como salud, educación o la seguridad social de los trabajadores. Estos cambios cierran todo un periodo histórico que se caracterizó por grandes transformaciones de la estructura sindical y que habían sido inducidas por políticas nacionales industrializadoras (ZAPATA :2001: 188-189).

En muchos casos, no sólo se ha transformado la cultura general de la sociedad, sino que ese cambio arrastró un cambio en la cultura del trabajador frente al sindicato. Hoy el trabajador está más interesado probablemente en las soluciones puntuales, que pueda brindarle su sindicato con relación a su vida familiar (asistencia médica y legal, descuentos comerciales, cooperativas de consumo, estructuras deportivas o vacacionales, etc.); que en los grandes planteamientos reivindicativos específicos de la actividad laboral.

Es en este contexto que se originan las causas que se pueden considerar como básicas de la actual crisis del movimiento sindical. La transformación de los modos de producción; los cambios culturales y sociales; la deslocalización del trabajo, son las más evidentes.. Entre estas consecuencias indicamos: la grave crisis ocupacional producto de los cambios tecnológicos; el aumento poblacional de la mano de obra activa; los nuevos estilos de producción, introducidos a través de la fragmentación de la empresa que expulsa mano de obra asalariada y que inciden en el congestionado mercado de trabajo; alta competitividad entre ocupados y desocupados que debilita la fuerza negociadora de los trabajadores; y a la gran empresa concentrada en su fábrica, se contrapone una empresa mucho más pequeña y flexible que externaliza parte de sus servicios hacia otras empresas, generalmente de reducidas dimensiones. Esa fragmentación atomiza a los grupos de trabajadores lo que vuelve más difícil su organización.

La erosión de las bases sindicales provino principalmente de la disminución de los puestos de trabajo y la creciente informatización del empleo, factores que se combinaron para disminuir aceleradamente la tasa de sindicalización (DÍAZ: 2000). Los conflictos generados en materia laboral entre ellos se solucionan generalmente por la ley del más fuerte, lo cual tiende a elevar la conflictividad social. A este respecto, ZAMBRANO (2001: 35), señala que es posible destacar que se está terminando el pacto “social-demócrata” que sustentó el “estado de bienestar” y que dio vida a la democracia de tipo occidental y a la economía social de mercado, que atendía la reproducción de capital, favoreciendo al “capital humano”. La llamada “democracia del trabajo” se sustentaba en el razonamiento de que sólo los hombres que tienen una vivienda y un puesto de trabajo seguro y con ello un futuro material, son o llegan a ser ciudadanos que se apropian de la democracia y la convierten en algo vivo.13

3.4. Integración social

Tal situación ha creado un panorama laboral que se aleja del “estándar que la legislación laboral ha diseñado” (REYNOSO: 2001) y que no obligatoriamente, crea una mayor calidad del empleo. Ahora, proliferan los contratos precarios, los trabajos atípicos, la contratación flexible14. Las tendencias inducidas hacia la flexibilidad inducidas por la competencia e impulsadas por las tecnologías subyacen en la transformación de contratos laborales. Las categoría de crecimiento más rápido son las del trabajo parcial y de tiempo parcial. Por tanto, el “trabajo flexible” en su categoría mas amplia, asume diferentes formas: trabajadores autónomos, trabajo a tiempo parcial, trabajo temporal (CASTELLS: 1999: 295-296). Toda una pluralidad de nuevas formas contractuales que permiten observar dos tendencias: el uso intensivo de contrataciones excepcionales; y el uso de modalidades ajenas al cuerpo dogmático y teórico del Derecho del Trabajo, tal como fue construido en el último siglo: “En general, la forma tradicional del trabajo, basada en un empleo de tiempo completo, tareas ocupacionales bien definidas y un modelo de carrera profesional a lo largo del ciclo vital, se está erosionando de manera lenta pero segura”(CASTELLS :1999: 297).

Así, el papel del trabajo en la EC, se identifica con:

Una producción industrial que puede hacerse en cualquier parte del mundo. Normalmente donde las facilidades son mayores y los costes laborales menores.

Una producción de bienes y servicios de alto valor, identificados como los de intermediación, identificación y resolución de los problemas. Es lo que tradicionalmente se llamaba trabajo con un alto componente intelectual, hoy llaman trabajo analítico-simbólico, el cual también puede deslocalizarse con facilidad y organizarse a través de redes internacionales de información.

Servicios en persona que son forzosamente locales.

Al reconocerse al mismo tiempo a las empresas el derecho al libre establecimiento y a actuar con una lex mercatoria común, es posible practicar la deslocalización de la producción haciendo una interrelación entre varias legislaciones en materia de trabajo. Esto trae como consecuencia la puesta en práctica de políticas públicas (APARICIO :1999: 18) tendientes a desvalorizar el factor trabajo y conquistar mercados para la exportación. Tal situación lleva inevitablemente a la introducción de marcos jurídicos que disminuyen el costo del trabajo para el patrón y flexibilizan el mercado laboral, sin crear las condiciones mínimas de seguridad jurídica.

En México esta situación se ve plasmada en la flexibilización de la leyes laborales, en la negoción de nuevas cláusulas en los contratos colectivos, en la priorización de las políticas gubernamentales (en los efectos del trabajo informal) y en la reducción del poder de los sindicatos en el mercado de trabajo y en la producción (DE LA GARZA et al :1998).

En síntesis, la flexibilización del trabajo más que generar por sí una mayor calidad del empleo, aumenta el poder de las empresas globalizadas en al menos cuatro rubros:

Su capacidad de exportar puestos de trabajo a cualquier lugar del globo, donde los costos de trabajo sean más baratos;

La segmentación de productos y fases de producción y la diversificación espacial del proceso productivo. Sucede por ejemplo en el sector automovilístico, informático, farmacoquímicos complejos y hasta en el de la construcción, han dejado de fabricarse en un mismo sitio y se componen de partes, importados de distintos lugares, inclusive la importación de técnicas y de programas;

La capacidad de negociar con los gobiernos nacionales con el fin de reducir la carga impositiva y bajar costos salariales directos e indirectos y de infraestructura;

La posibilidad de que las empresas globales elijan dónde tener sede, diseñar, producir, comercializar y pagar impuestos; es decir, pueden residir donde es más agradable y pagar impuestos donde sea más barato. Decisiones todas que se toman sin participación de la «alta política»; sin discusión parlamentaria o de decisión gubernamental, ni siquiera con un debate público ( BECK :1997).15

3.5. Seguridad social

Ya vimos que la flexibilidad sin control adecuado, merma inevitablemente las garantías laborales. Por una parte, ha dado pie a una revisión a la baja de las garantías laborales por la tendencia de la producción industrial a instalarse en el territorio de países con bajos costes sociales (menos salarios, condiciones laborales más flexibles, contribuciones mínimas a los sistemas de Seguridad Social, etc.); y por otro, está provocando que los legisladores de los Estados originarios del capital y las empresas, rebajen el estatuto social aplicado en sus respectivos territorios y no a la inversa. Estados como el nuestro, en los que se había alcanzado un considerable nivel de protección social, compiten ahora por ‘desregular’ sus ordenamientos, con la esperanza de conseguir, o al menos mantener, las inversiones empresariales. Todo ello permite a las grandes multinacionales ofrecerse a nivel mundial, para finalmente instalarse en el territorio del Estado que haya brindado las mejores ventajas laborales. Paralelamente, surgen en diferentes áreas geográficas del mundo, auténticas ‘islas’ en las que no opera el Derecho del Trabajo”( LÓPEZ :2001: 23).

Tal ha llevado algunos autores a hablar de una “nueva cuestión social”, frente a la cual los anteriores métodos de “gestión de lo social” no son los adecuados; otros, han optado por referir la obsolescencia de los seguros sociales, aduciendo a la manera escandinava, en favor de una redistribución reforzada. Mas la supresión de los seguros sociales es, precipitada ya que estamos en la transición del paradigma de la protección de un sólo riesgo de pérdida del salario, a un nuevo paradigma multi-riesgos; lo que implica la necesidad de respuestas más complejas, sin se deba abandonar la base de la seguridad social.16 La UE se basa en la orientación beveridgiana, toda vez que uno de los elementos característicos y definidores del espacio europeo, ha sido el Estado del Bienestar.

A mediados de 1970, el consenso sobre el que se basó el Estado de Bienestar fue disuelto. Los cambios económicos, tecnológicos, sociales e ideológicos llevaron a cuestionar su viabilidad e inclusive considerarlo un modelo insostenible. El primer detonante de su cuestionamiento fue el estancamiento de la economía en 1973, con sus consecuencias de paro e inflación. El desempleo planteó un problema de financiación al aumentar los gastos sociales y disminuir los ingresos. El cambio, en la economía del conocimiento y la digitalización de procesos, de transformar el “obrero”, “empleado” o “funcionario”, en un “empresario por cuenta propia”, fue excluido de la estructura habitual de la seguridad social.

Otro de los factores que impone límites a las políticas de bienestar es la mundialización de la economía: la apertura de las fronteras al comercio internacional aumenta la competitividad y los países que asumen costes de protección social más bajos poseen mayores ventajas para competir en los mercados mundiales, lo que genera presiones tendentes a reducirlos. Las diferencias de los costes laborales se han podido mantener en parte, debido a la distinta calificación de los trabajadores y a la calidad de los productos entre los países. Distinción que se elimina en el campo de los servicios que pueden ser digitalizados y por lo tanto, prestados a distancia. En la Sociedad de la Información y la Economía del Conocimiento permiten la movilidad virtual de las cadenas de producción. La eliminación de los controles sobre el capital permite la movilidad de éste y la capacidad de los gobiernos para gravarlo se reduce. También la autoridad del Estado para proteger al trabajador se diluye; la autonomía estatal para establecer políticas de empleo disminuye y los Estados se ven obligados a favorecer la entrada de capital a fin de satisfacer las demandas de trabajo, lo que les impulsa a establecer condiciones ventajosas a la inversión, entre ellas, la reducción de los impuestos sobre las sociedades y las rentas del capital.

La economía postindustrial se caracteriza por una capacidad de crear empleo que depende de los servicios y por una mano de obra que necesita flexibilidad para la inserción en el mercado de trabajo. Ello supone una trayectoria laboral menos estable. Si bien antes las prestaciones se concentraban sobre manera en el periodo de la infancia y de la vejez, en la economía postindustrial, los riesgos surgen en la fase activa del ciclo vital.

De esta manera el desarrollo del sector servicio, sea por la escasez de los espacios rentables para el capital o bien por el aumento de su demanda, es otra de las razones que presionan hacia la privatización de los servicios públicos y de su proceso de outsourcing y en último caso, del debilitamiento del Estado del Bienestar.

La modificación de la estructura laboral es una transformación más. Mientras que en el siglo anterior, las condiciones de trabajo y el consumo eran más homogéneos, en la actualidad las nuevas transformaciones tecnológicas y la virtualización del trabajo originan una estructura laboral más fragmentada, caracterizada por un amplio grupo de profesionales cualificados en los niveles superiores.

Esa diversidad profesional no se adecua a la aplicación de prestaciones universales y a la satisfacción de las necesidades de la clase media. Un argumento más, es que una manifestación de la presunta crisis del Estado de Bienestar, es producto del declive del movimiento sindical y de los partidos políticos, tradicionalmente de izquierda, defensores de la protección social.

Finalmente, es menester tener en cuenta los cambios ideológicos. La distribución de la renta, la igualdad o la seguridad han cedido su lugar a otros valores postmateriales, tales como la defensa de los derechos humanos, de la paz, del entorno o la igualdad de género. Es indudable que el neoliberalismo adquirió predominio a finales del siglo XX, frente a otras corrientes liberales partidarias de la responsabilidad estatal en la provisión de los bienes sociales.

En síntesis, el Estado de Bienestar se encuentra sometido a una crisis estructural (DA CUNHA LOPES: 2008) cuya evolución aboca a su desmantelamiento, según las interpretaciones vinculadas a la ortodoxia liberal o bien, a un nuevo modelo más acorde con las actuales condiciones económicas y sociales, según otras interpretaciones.

El Modelo Social Europeo, siendo un particularismo regional no sobreviviría sin alteraciones profundas, frente a la competitividad en la Unión alargada y en una economía global electrónica. Por esta razón, los Gobiernos de la UE lanzaron, a partir de la Cumbre de Lisboa (en el 2000), un proceso de “coordinación abierta”17 de las políticas sociales de los Estados miembros, con el objetivo de integrar las reformas de la protección social a la estrategia global de desarrollo de la competitividad de la economía europea, basada en el conocimiento, para el periodo 2000-2010. La idea rectora, es ahora, la generalización de forma articulada (streamlining) de las acciones emprendidas en materia de inclusión social y de sistema de jubilaciones y, a su debido tiempo, de los cuidados de salud y de las medidas para transformar el trabajo en un proceso compensador.

A partir de 1999, el Consejo Europeo definió los grandes objetivos de la modernización de los sistemas europeos de protección social. El eje es una protección social que fomente el empleo, mediante la reforma de los sistemas fiscales y de prestaciones sociales para combatir los “frenos” al empleo, que resultan de los beneficios demasiado generosos del paro y de la inactividad. Se incluye un seguro de “empleabilidad” que substituirá el actual paro y se preconiza la transición flexible de la vida activa a la jubilación.

La realización de estos objetivos globales está a ser impulsada por el arriba citado proceso de streamlining, o sea, la creación de un cuadro integrado para la cooperación en el campo de la protección social, articulando las políticas sociales en el gobierno de las economías de la Unión.

Las conclusiones de la reunión de la presidencia portuguesa de la Unión Europea. de Lisboa 2000, fueron que Europa entrara de lleno en la nueva economía y que el gran desafío era cómo las instituciones europeas y el modelo social europeo se adaptarían, no para servir a la nueva economía, sino para que la nueva economía sirva al modelo social y político europeo. Castells (2000).

Entre “Estado del Bienestar” y compartición de riesgos con los particulares, la protección social del futuro, en especial en la Europa Comunitaria, se confronta con la opción de soluciones que contraríen los excesos anteriores del estado providencia. Existe un fuerte riesgo de “guerra de generaciones” en la medida en que jubilados actuales, jóvenes inactivos, o en inicio de actividad, y activos mayores entren en colisión, buscando los unos y los otros recuperar o sustentar posiciones de privilegio relativo en la sociedad. Coligaciones entre generaciones pueden desarrollarse, de forma más o menos duradera, que marginalicen alguna de ellas.

La alternativa a que la historia nos obliga, es la de avanzar para un nuevo pacto social, reestableciendo un justo equilibrio de expectativas y de beneficios para todos.

IV. Reflexión Final

En esta nueva etapa del trabajo, el cambio de las estructuras de la Globalización a la nueva forma identificada con la “economía del conocimiento”, llamada Sociedad de la Información es el que crea nuevas pautas de comportamiento en todos los órdenes de la vida en sociedad. Es esta que ha reacomodado la estructura productiva capitalista y ha dado paso a otros paradigmas económicos emergentes y a otros sectores económicos. Su consecuencia ha sido la alteración de las relaciones laborales y un nuevo comportamiento de los actores que interactúan en ella. No obstante, es un argumento diferente que decir que el mercado laboral se ha vuelto global. En efecto, existe un mercado global para una fracción diminuta de la mano de obra, formada por los profesionales más cualificados de I+D innovador, ingeniería de vanguardia, gestión financiera, servicios empresariales avanzados y ocio, que cambian y se conmutan de unos nodos a otros de las redes globales que controlan el planeta Pero aunque esta integración de los más dotados en las redes globales es fundamental para el alto mando de la economía informacional, la aplastante proporción de la mano de obra, tanto de los países desarrollados como de los que están en vías de desarrollo, sigue en buena medida confinada a su nación. En efecto, para dos tercios de los trabajadores del mundo, empleo aún significa empleo agrícola, arraigado a los campos de sus regiones casi siempre. Así pues, en el sentido más estricto, con la excepción de los generadores/manipuladores de símbolos del ámbito más elevado del conocimiento ( trabajadores de las redes, mandos e innovadores), no hay, ni lo habrá en el futuro previsible, un mercado laboral global y unificado, pese a los flujos de emigración a los países de la OCDE, a la península de Arabia y los centros metropolitanos florecientes del Pacifico asiático.

Otro punto a considerar: la nueva teoría sobre la división internacional del trabajo que subyace en los análisis sobre el impacto diferencial del comercio y la globalización sobre la mano de obra se basa en una asunción que ha sido puesta en tela de juicio por la observación empírica de los procesos de producción en las zonas de reciente industrialización, a saber, la persistencia de una brecha de productividad entre los trabajadores y las fábricas en el Sur y el Norte. La investigación pionera de HARLEY SHAIKEN sobre las plantas de automóviles y ordenadores estadounidenses y sobre las plantas de productos electrónicos de consumo japonesas en el norte de México muestra que la productividad de los trabajadores y fábricas mexicanos es comparable a la de las plantas estadounidenses. Las cadenas de producción mexicanas no presentan un nivel tecnológico inferior al de las estadounidenses ya sea en cuanto al proceso (fábricas de ensamblaje de componentes) o los productos (motores, ordenadores), pero operan por una parte mínima del coste que se paga al norte del Río Grande. En otro ejemplo típico de la nueva interdependencia de la mano de obra, Bombay y Bangalore se han convertido en importantes subcontratistas de software para empresas de todo el mundo, utilizando el trabajo de miles de ingenieros y científicos informáticos indios muy cualificados, que reciben en torno a un 20% del salario pagado en los Estados Unidos por trabajos similares. Están apareciendo tendencias semejantes en los servicios financieros y empresariales en Singapur, Hong Kong y Taipei. En suma, cuanto más se profundiza el proceso de globalización económica, más se expande a lo largo de las fronteras la interpenetración de las redes de producción y gestión, y más se estrechan los vínculos entre las condiciones de la mano de obra en diferentes países, situada en diferentes niveles de salarios y protección social, pero cada vez menos distinta en cuanto a cualificación y tecnología.

Finalmente, queremos resaltar que existe una antigua y profusa tradición de investigación sociológica y organizativa sobre la relación entre tecnología y trabajo18 De este modo, sabemos que la tecnología en sí no es la causa de los distintos métodos de organización del trabajo. Las decisiones de la dirección, los sistemas de relaciones industriales, los entornos culturales e institucionales y las políticas del gobierno son unas fuentes tan fundamentales de las prácticas laborales y la organización de la producción, que el efecto de la tecnología sólo puede comprenderse en una interacción compleja dentro del sistema social que abarca todos estos elementos.

Además, el proceso de reestructuración capitalista marcó decisivamente las formas y resultados de la introducción de las tecnologías de la información en el proceso de trabajo y el contexto actual de rescate financiero de respuesta a la crisis acentuará esta tendencia19 Los medios y modos de esta reestructuración también fueron diversos y dependieron de las capacidades tecnológicas de los países, de su política cultural y de las tradiciones laborales. Por lo tanto, el nuevo paradigma informacional del trabajo y la mano de obra no es un modelo claro, sino un conjunto de retazos desordenados, unidos por la interacción histórica del cambio tecnológico, las políticas de relaciones industriales y la acción social conflictiva. Para buscar pautas de regularidad más allá de esta escena confusa, debemos tener la paciencia de abstraer capas sucesivas de causación social para deconstruir primero y luego reconstruir el modelo que surge del trabajo, los trabajadores y

las organizaciones laborales que caracterizan a la nueva sociedad informacional.

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NOTAS:

1 Se usa el término G-7, porque el núcleo inicial de los países industrializados, a los cuales se sumó después Rusia para conformar el G-8 y, que como consecuencia de la actual crisis económica se transformó en G-20, es el único representativo de los contextos aquí analizados.

2 Vid. MURGAS TORRAZZA (2006). Lo que ha ocurrido en la economía del conocimiento, tal como es trasladada a América Latina es que, con el pretexto de las exigencias de competitividad, se introducen modalidades contractuales dirigidas a disfrazar las relaciones de trabajo con un ropaje civil o mercantil y quien trabaja se encuentra en una situación de necesidad y de desventaja, por ello, carece de poder de negociación. Situación afirmada por reformas desreguladoras o por la simple tolerancia o incapacidad de fiscalización. En realidad, lo que vivimos en la actual vertiente de la economía global electrónica, son los intentos sostenidos – y en gran parte triunfantes – de eludir la aplicación de la legislación laboral o a trasladar la condición de empleador a otras personas o empresas, por ejemplo: intermediarios, contratistas, subcontratistas, empresas de trabajo personal. En uno u otro caso, lo que se produce es la desprotección total (incluida la de la seguridad social) o la disminución de los niveles de protección

3La nueva economía se centra en la transformación tecnológica y organizativa. Las ciudades desempeñan un importante papel en tal relación y en la relación – problemática – que se establece entre ella y los procesos sociales e institucionales que están en la base de nuestra convivencia y de nuestra vida. (CASTELLS: 2000).

4Estadísticamente se observó, con unos pequeños cambios de categorización, la productividad en Estados Unidos en el año 99 creció en promedio al 2’9%; en los siguientes seis meses al 5%. Un incremento del 5% de productividad, sobre tasa anualizada, es más del doble de lo que se produjo en los años gloriosos de crecimiento económico de los 60. En Europa, en cambio, la productividad se mantuvo en los últimos dos años del siglo XX, entorno a una tasa media de crecimiento, en la Unión Europea, del 1’9%. Ibidem.

5Lo que era la fábrica en la gran organización en la era industrial, es Internet en la Sociedad de la Información y del Conocimiento.

6 AVARO, Dante (2006), a propósito de la economía del conocimiento (EC) y su gestión, asevera que la EC “… no se limita a la revolución en las tecnologías de la información y la comunicación, ni al comercio electrónico o la posibilidad de trasmitir información a cualquier parte del globo en cuestión de segundos. La economía del conocimiento demanda nuevas competencias vinculadas con las necesidades de la sociedad, involucra la capacidad de aprendizaje de las instituciones nacionales, el sector productivo y académico, así como la generación de redes interinstitucionales para la solución de problemas y el uso intensivo del conocimiento en el espacio social.”

7 CASTELLS (1999: 88-99) explica: “No sólo los procesos son reversibles, sino que pueden modificarse las organizaciones y las instituciones e incluso alterarse de forma fundamental mediante la reordenación de sus componentes. “ “… un rasgo decisivo en una sociedad caracterizada por el cambio constante y la fluidez organizativa.”

8 MONTERO Y MORRIS (1999) definen el cluster industrial como la existencia de una gran cantidad de empresas ubicadas en la misma ciudad o región, donde pueden aparecer diversas configuraciones empresariales, posibilitando la convivencia de empresas de diversos tamaños, que conforman redes de relaciones basadas tanto en la subcontratación, en los sistemas de operación satelital o en esquemas de colaboración interorganizacional, que hipotéticamente podrían ser clasificadas como redes tipo estrella, redes de distribución, de árbol, de malla o de polo.

9 Un artículo interesante sobre la importancia de los procesos de“knowledge spillovers” como determinante de la Innovación y la Competitividad, puede ser encontrado en : http://www.pcb.ub.es/ieb/serie/doc2000-4.pdf. Los autores, Maria Teresa COSTA, Nestor DUCH y Josep LLADÓS, del Institu d’Economia de Barcelona, colocan la cuestión de cómo puede la cercania geográfica y la ubicación funcionar como una determinante de los procesos de innovación. Sobre la cuestión de las Economías Emergentes y el desarrollo de Focos de Competencia basados en Tecnologías en Difusión y Clusterización, el Documento de Trabajo de la OCDE, bajo la responsabilidad de Martin Schaefer “SIT Working Paper: An Emerging Knowledge- Based Econoomy in China? Indicators from OCDE Databases”, publicado por el Directorate for Science Technology and Industry, OCDE, es buen ejemplo.

10 Sobre este punto recomendamos tres artículos: «Incidencias de la Gobalización sobre las condiciones de trabajo y empleo» / Carolina SAN MARTÍN MAZZUCCONI ,- «Incidencias de la globalización en el concepto de empresario laboral» / Lourdes MELÉNDEZ MORILLO-VELARDE y- «Hacia una Seguridad Social Internacional» / Ana Isabel PÉREZ CAMPOS publicados en CUERDA,A.: Actas del II Encuentro Iberomexicano de Derecho y Globalización, Dykinson,2005

11Una definición general del teletrabajo ofrecida por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en 1990, ha tenido consenso en forma progresiva en la literatura especializada en teletrabajo en Latinoamérica y el Caribe (ALC). Lo describe: Una forma de trabajo en la cual (a) el mismo se realiza en una ubicación alejada de una oficina central o instalaciones de producción, separando así al trabajador del contacto personal con colegas de trabajo que estén en esa oficina y (b) la nueva tecnología hace posible esta separación facilitando la comunicación. (OIT, 1990: 3) También ha identificado una serie de prácticas medulares en teletrabajo: 1. Teletrabajo desde el hogar o telehomeworking; 2. En una ubicación por lo general más cercana al hogar que al lugar de trabajo tradicional, que podría ser Telecentros comunitarios, Oficinas satélites; 3. En cualquier lugar de trabajo alternativo, donde las telecomunicaciones hacen posible y cómodo el teletrabajo, como en el caso de Telecentros, Call centres que ofrecen diferentes servicios y generan varios tipos de negocios incluyendo el telemarketing, telebanca, consultas, líneas de apoyo, reservas por viajes, ventas, marketing y servicios de emergencia. 4. En diferentes lugares cambiando con el tiempo – trabajo móvil o nómada; y, 5. A través de países y continentes: Teletrabajo transfronterizo, Teletrabajo offshore. (DI MARTINO :2001, 2004).

12El 16 de julio de 2002, en Bruselas, los agentes sociales (CES, UNICE/UEAPME y CEEP) firmaron el “Acuerdo Marco Europeo sobre Teletrabajo”. Este Acuerdo Marco se comenzó a negociar en octubre de 2001, y ha sido el primero en reconocer la obligatoriedad de su cumplimiento en todos los países de la Unión Europea, a los que hay que agregar Noruega e Islandia y se invita a su ratificación a los países candidatos. Las partes firmantes se han comprometido a su aplicación en los países representados. El acuerdo se concretó en el contexto de la Estrategia Europea de Empleo, el Consejo Europeo invitó a los interlocutores sociales a negociar acuerdos para modernizar la organización del trabajo, que incluyeran acuerdos de trabajo flexible, con el objetivo de mejorar la productividad y la competitividad de las empresas y lograr el equilibrio necesario entre flexibilidad y seguridad. En el caso de América Latina y del Caribe, existe un análisis actual e integral de la situación de la región, sobre el teletrabajo en el Proyecto Nº 102374 “Puesta en Marcha del Teletrabajo” El teletrabajo en América Latina y el Caribe, de Vittorio Di Martino, Ginebra, Septiembre de 2004.

13También debe indicarse como causa del debilitamiento de la fuerza sindical, la crisis ideológica contemporánea, en especial, la del modo marxista. El marxismo «más allá de la valoración que cada uno pueda realizar», constituyó en muchas organizaciones sindicales un elemento de gran cohesión y unidad a la hora de la toma de decisiones ( LINARES :2006).

14 Los cambios y las transformaciones que se han dado en el mundo laboral enumeramos los siguientes: Surgen nuevos procesos de trabajo, el cronómetro y la producción en serie y de masas son sustituidos por la “flexibilización de la producción y la especialización flexible”; los derechos laborales son desregularizados, flexibilizados, con la finalidad de dotar al capital de instrumentos necesarios para adecuarse a esta nueva fase; y, la clase trabajadora es más heterogénea, fragmentada y compleja, lo que ha significado una merma en la tasa de sindicalización a nivel mundial. Se agregan las nuevas modalidades de trabajo, como la tercerización y el abuso de formas contractuales como el contrato a prueba (Portugal y su famoso “recibo verde”, Mexico ,Argentina y Venezuela), estimulan formas de trabajo donde no ingresa el poder sindical

15 Se trata de un caso clásico que ULRICH BECK (1997) denomina la «subpolítica», donde las reglas de juego político “tradicional” han perdido vigencia. Las empresas asumen cada vez más la función política, de modo que entre los perdedores no solo se cuentan los sindicatos, sino también los partidos políticos, el Estado benefactor y finalmente, el capitalismo renano con sus mecanismos neocorporativistas de concertación.

16 Pierre ROSANVALLON (La Nouvelle Question Sociale, Seuil, 1995), en esta perspectiva sostiene que son los “antiguos mecanismos productores de solidariedad”, basados en el sistema de seguros sociales, en proceso de desagregación “de forma probablemente irreversible”. Esta orientación conduce a la conceptualización de un nuevo paradigma de protección pública fincado en contratos de inserción que incluyen “obligaciones positivas” de los beneficiarios de aquella respecto del empleo y de otras formas de integración social, que sustituiría el providencialismo pasivo del Estado del Bien-Estar beveridgiano. Aún cuando e análisis es interesante, la conclusión es decepcionante por el énfasis dado a los modelos de protección mínima garantizada, focalizados en los sectores sociales en riesgo de exclusión. Las respuestas articuladas a la gama diversificada de nuevos riesgos y eventualidades a las que están expuestas las “mayorías” sociales pasa por la revalorización de la responsabilidad y de los intereses individuales, conjugando este último con el interés común en fórmulas más flexibles de seguridad social y de compartición de riesgo entre particulares, bien como la renovación del nexo generacional según las nuevas estrategias de envejecimiento activo.

17 Lo que supone la adopción de líneas de orientación para la Unión, el involucramiento de los actores sociales, la calendarización de medidas a tomar, al nivel de los Estados miembros, y la monitorización del progreso a través de indicadores adecuados y de benchmarking.

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